jueves, 9 de diciembre de 2010

y me envenenan los besos que voy dando

    He tenido una pesadilla. Encender la luz me parecía infantil así que dedicí acurrucarme en posición fetal y hacerme un refugio antibalas y, lo más importante, antisombras raras y ruidos inquietantes con el nórdico sueco (es de IKEA, no penséis mal...) Me dormí finalmente con el calorcito hasta que el despertador me recordó que hoy era jueves y no sábado (vale su peso en oro el sueco y como además pesa poquito, pues...)

   Bueno, el caso es que deambulaba por casa con mi camisón favorito, el pelo en una coleta y mi habitual aspecto despreocupado. Preparaba la ropa para el día siguiente, preparaba la comida, preparaba la excusa de porque no he terminado ese informe...

   María Antonia Iglesias, pequeñita pero matona, repetía otra vez en la pantalla amiga (no se que repetición era) que el abogado fugado es despreciable, execrable, fumigable y alguna cosa más que no acaba en -able.

¡La menestra!  exclamé presa de un ataque de inspiración, cuando por fin decidí con que acompañar el pescadito. Haberla hayla, vive Dios pero ¡pardiez!... en el arcón.

  Saltarina como soy, bajo de dos en dos las escaleras mientras silbo esa canción. Aún se me ponen los pelos de punta: ¡Allí estaba, sujetando un helado! con un agujero de bala en la frente y su carita de ángel llena de escarcha (quedamos en que era no-frost o algo así pero esa es otra historia...).

  Era tan guapo,  tan simpático le quedaba tan bien ese jersey y esos vaqueros y...sencillamente escalofriante.

   Así que ya sabéis: no hagáis como yo y cenad frutita...¿o no fue un sueño? Os dejo, me voy a envolver en el nórdico que me parece que voy a tener que bajar al arcón a por...esto...costilla de cerdo mismo.

   Abur, sed buenos.

mis visitas...

lo más leido, por orden de lo más leido, claro...